La creación de YPF
En ese marco, una seguilla de conflictos y renuncias llevó a la administración estatal del petróleo a una crisis política significativa, que rozó al presidente Yrigoyen. En agosto de 1921, el marino Felipe Fliess renunció a la administración de Comodoro como consecuencia de enfrentamientos con el personal del Ministerio en Buenos Aires. A fines de ese año el renunciante fue Enrique Hermitte, quien dejó la Dirección General de Minas en rechazo a nombramientos de personal falto de idoneidad dispuestos por Yrigoyen.
En ese marco, una seguilla de conflictos y renuncias llevó a la administración estatal del petróleo a una crisis política significativa, que rozó al presidente Yrigoyen. En agosto de 1921, el marino Felipe Fliess renunció a la administración de Comodoro como consecuencia de enfrentamientos con el personal del Ministerio en Buenos Aires. A fines de ese año el renunciante fue Enrique Hermitte, quien dejó la Dirección General de Minas en rechazo a nombramientos de personal falto de idoneidad dispuestos por Yrigoyen.
En marzo de 1922, en un clima de creciente inquietud pública por la situación de la organización petrolera estatal, renunció el Ministro de
Agricultura, Alfredo Demarchi. Su reemplazante, Eudoro Vargas Gómez tenía un crítico diagnóstico sobre la situación de Comodoro, y se negó a asumir sus funciones hasta no recibir soporte de parte del Presidente y de su gabinete para una investigación interna dirigida a deslindar responsabilidades.
Yrigoyen estaba cerca de finalizar su mandato, y los problemas en la explotación del petróleo estatal habían provocado una crisis política que convulsionaba a su gobierno y habían tomado estado público. Como respuesta, el 3 de junio de 1922 creó por decreto la Dirección General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) que había imaginado en un proyecto de ley enviado al Congreso casi cuatro años atrás.
La nueva Dirección de los Yacimientos Petrolíferos Fiscales tenía muy baja autonomía en materia comercial y financiera, y en las semanas siguientes a su creación, Vargas Gómez y sus subordinados se enredaron en una discusión respecto del alcance de las nuevas reglamentaciones sobre precios que prácticamente paralizó la actividad comercial de la explotación estatal, obligándola a suspender las entregas de petróleo a sus clientes habituales. Vargas Gómez renunció al Ministerio de Agricultura en agosto de 1922, y la recién nacida YPF navegó en un mar de problemas hasta el recambio presidencial de octubre.
La creación de YPF ha estado rodeada de visiones polémicas desde el comienzo. Para los nacionalistas es un hito fundamental en la construcción de la industria petrolera estatal, que enaltece la gestión de Yrigoyen. Otros autores, sin embargo, tienen una visión más crítica, y creen que fue la respuesta política de Yrigoyen a la profunda crisis administrativa que sufrió la explotación estatal y a las denuncias de corrupción que se ventilaban en los diarios y en el Congreso.
En octubre de 1922, Yrigoyen finalizó su mandato presidencial con un panorama muy negativo para la industria estatal del petróleo, que años después se convertiría en una de sus principales banderas políticas. La legislación petrolera seguía siendo prácticamente la misma de seis años atrás: el viejo Código de Minería, al que se habían agregado las reservas que permitía la explotación estatal. El gobierno había enviado sus proyectos específicos de legislación del sector petrolero tres años después de iniciada su gestión, pero nunca logró que fueran tratados siquiera en la Cámara de Diputados, donde contaba con mayoría propia.
La industria petrolera argentina había pasado a ocupar un lugar de importancia en la economía nacional, con una producción de 2.100.000 barriles, 540.000 de los cuales provenían de empresas privadas. La producción petrolera local había crecido para llegar a abastecer al 12% del consumo energético total del país (sumando petróleo, leña y carbón), reduciendo las importaciones de combustibles. Aguas abajo existían 16 refinerías,incluyendo las estatales ubicadas en los yacimientos de Comodoro y Huincul. La más importante era la refinería de la Compañía Nacional de Petróleo, con una capacidad de procesamiento de 4.000 toneladas mensuales de petróleo, seguida por la Itaca (2.000 toneladas), y otras pequeñas refinerías ubicadas en las afueras de la ciudad de Buenos Aires.
En un clima de creciente entusiasmo por el potencial petrolero de la Argentina, la elección de Marcelo Torcuato de Alvear como presidente para el período 1922-1928 agregó una cuota de optimismo a los inversores privados.
Si bien pertenecía al partido radical como Yrigoyen, Alvear era percibido casi como un miembro más de la clase dirigente que había gobernado a la Argentina en los años previos a 1916 y se lo identificaba con una posición mucho más favorable a los intereses privados. Alvear, sin embargo, decepcionó a quienes esperaban una gestión sesgada hacia las compañías particulares. Durante su gobierno, la organización petrolera estatal conducida por el ingeniero Enrique Mosconi (imagen) se consolidó definitivamente como un actor central de la industria petrolera argentina